RESEÑA LA ESCLAVITUD DE LA AMÉRICA LATINA

El libro censurado por Lenín Moreno

Hasta 2019, disponible en versión digital en la página del ministerio de relaciones exteriores, fue censurado por el gobierno de Lenín Moreno bajo el pretexto de “actualización de información en páginas institucionales”[1]. José Peralta, fue canciller durante la revolución liberal de Eloy Alfaro, cuando la ideología Liberal se refería a la búsqueda de autonomía de las nuevas republicas y no a la sumisión al águila del Norte. Realizamos esta reseña no como un recorrido de historiografía, sino como un ejercicio de memoria para hacer presente la experiencia del pasado y dar forma a la experiencia actual.

Es inexplicable la ceguedad con que muchas naciones Latinoamericanas se entregan hoy en Brazos de los anglosajones” anuncia la primera frase del manuscrito, gobernantes vendidos o ciegos estarían comprometiendo la independencia misma de los países de América Latina. Peralta denuncia un cambio en la naturaleza de las relaciones internacionales de Estados Unidos, nacido también unos 100 años antes. “Washington miraba con horror mezclarse en las cuestiones políticas de Europa, y su invariable doctrina fue rehuir alianzas, mantener amistad con todos, no intervenir en disputas de nadie, aislarse y trabajar”.

La doctrina Monroe, presidente de Estados Unidos de 1817 a 1825, buscaba no permitir la reconquista de América por Europa, por lo que rezaba la no intervención: América para los americanos. 100 años más tarde, el presidente Wilson rompería por completo con esa doctrina, llevando sus fuerzas a la primera guerra mundial, no para oponerse al triunfo del pangermanismo, sino para inclinar la balanza en favor de sus deudores, Francia e Inglaterra y así proteger a la banca neoyorquina. El rompimiento ciego de su propia doctrina tuvo fuerte oposición en los círculos académicos, pero en esta ocasión la ciencia no pudo con el poder de los cañones.

Así desde su nacimiento Estados Unidos tuvo un desbarajuste entre lo que profesa y lo que hace. 30 años más tarde, Erich Fromm[2] diagnostica esta hipocresía como uno de los males psicológicos contemporáneos. La deformación narcisista de la sociedad estadounidense solo le deja ver el mundo a través de la conveniencia propia. De un día para el otro una nación pasa a ser mala y perversa mientras otra es buena y noble, toda acción del enemigo se juzga según una norma, y toda acción propia según otra. Las cosas malas que ellos hacen son perversas, las nuestras, necesarias.

Así, mientras ponían cañones de guerra en las costas de Colombia, y participaban del conflicto peruano-chileno, Coolidge (presidente de Estados Unidos 1923-1929) decía: “Jamás nos emos movido contra otras naciones (…) Cuando nuestro ejércitos han combatido, ha sido en apoyo de gobiernos que pueden gobernarse por si mismos; para ampliar la órbita de la libertad, en defensa de los principios de toda libertad”.

Partiendo de esa visión de política exterior de los Estados Unidos, empieza el análisis sociológico en cuanto a los valores y aspiraciones de las sociedades latinas comparado a las de América del Norte. El autor presenta el termino monoamericanismo del Argentino José León Suarez, “fantástica e imposible unión de todas las razas de América”. Califica de absurdo querer fusionar pueblos de características étnicas, ideológicas, morales y políticas distintas, refiriéndose al sueño de una unificación entre América del Norte y del Sur.

Con lenguaje pomposo y sesgos dignos de su tiempo, el autor falla en ver la contradicción de su argumento contra el monoamericanismo al echar flores a la “raza latina”, como si en América del Sur no existiesen cientos de culturas y cosmovisiones distintas. Si bien admite los errores y horrores de los latinos, esta “raza” no sería guiada por intereses materiales sino por un noble entusiasmo como realizar una aspiración trascendental o idealizar las pasiones menos espirituales. Parece una descripción de la Copa Libertadores.

Peralta muestra gusto por la épica y una romantización de la vida, aborrece pues la cultura utilitarista que extienden los gringos con el fin de extender su capital. Así, para él lo realmente indignante y escandaloso no son las múltiples intervenciones en sí, es que la política exterior oficial de Estados Unidos pueda ser pisoteada por dinero. Adjudica la imposibilidad de una integración sana con los yanquis a su diferencia cultural con América Latina:

“El crudo positivismo anglosajón no reconoce más brújula que el interés y la ganancia; otro estimulo de la actividad humana, que la acumulación constante y progresiva de la riqueza, otra finalidad del Estado, que la dominación y hegemonía sobre los demás estados (…) su ciencia diplomática se reduce a la habilidad con que tiende una red pérfida de mallas de oro a las naciones que desea vencer (…) si la codiciada presa no se enreda prontamente en el lazo, vienen al auxilio del cazador, el soborno, el cohecho, que no faltan corrompidos traidores que venden su patria por ambición o por codicia”.

Su defensa del honor y la moral más allá del dinero se extiende al sistema de justicia gringo con una crítica peculiar. Las cuestiones que atañen al honor se arreglan en una corte con una indemnización porque el dólar todo lo lava. “Que dueña adolorida acude a un campeón para que le enderece un tuerto o cure de un agravio?” Como abogando por que las cosas se arreglen a la brava y en el barrio, pues algún guerrero español decía que existen manchas imborrables solo con tizona o arroyos de sangre.

En su sarcasmo encontramos su apoyo a la justicia por mano propia: “Allí está el tribunal para atender a la hermosa engañada por un vil Tenorio o molida a puntapiés por un brutal marido”. A muchos les parecerá inconcebible, sin embargo, la región más segura de Ecuador es la Amazonia, donde aplica la justicia indígena. En un país donde el dinero rige la justicia, el sistema de gobierno ideal no es la democracia sino una oligarquía absoluta impuesta por Wall Street y la espada.

Por la imposibilidad de la unión de pueblos de inteligencias heterogéneas y aspiraciones contrapuestas, la teoría panamericana conduciría necesariamente al panyanquismo, o sea a la total sumisión de la raza latina. 100 años después podemos darle la razón pues el utilitarismo gringo a infectado la moral latina al punto que su crítica del sistema de justicia gringo puede parecernos barbarie y nuestras democracias liberales no son más que autoritarismo con elecciones.

Frente a la oposición de Estados Unidos de liberar a Cuba, Filipinas y otras colonias españolas, y el antagonismo de la América española y anglosajona, Bolívar convocó el congreso de Panamá considerando a la unión hispano-americana como la única salvación posible del imperialismo europeo presente, y el imperialismo anglosajón en el porvenir.  Tal congreso tenía por objetivos abolir la esclavitud y transformar en universal la doctrina de la no intervención, lo cual no cayó bien con los gringos importadores de ébano viviente invitados por Santander (fundador de Colombia).

Bolívar no soñaba con una nación única sino una liga que solidarice nuestras republicas, pues si bien unidas por lengua, costumbres y religión, compartir un mismo gobierno no era posible debido a climas, situaciones e intereses diversos que dividen la América. De cierta forma, Bolívar ya conocía la teoría moderna de integración enseñada en clases de Economía Europea (pronto les contamos). El sueño del Libertador sigue siendo un espejismo.

Tras esta introducción sobre la hipocresía yanqui y las varias doctrinas geopolíticas posindependencia que formaron sus tiempos, el autor pasa a explicar el reino de Estados Unidos en su actualidad. Si Kwame Nkrumah[3] desveló para el mundo los funcionamientos del Neocolonialismo, Peralta anteriormente mostró el proceso con el que este se implantó.

Los precursores de la esclavitud instalaron el dólar como moneda de cambio mantenido por un sistema de banqueros, asesores técnicos, prestamistas filántropos, misiones financieras, contratistas, compañías agrícolas (100 años más tarde recordemos la United Fruit es culpable de genocidios), mineras, industriales y comerciales; pagados por ciegos yanquizantes que crean intereses americanos que la casa blanca tiene el deber de proteger.

Peralta explica el rol de cada uno de estos enviados del imperio; estudian el país minuciosamente, se apoderan de sus recursos fiscales, monopolizan el comercio y la industria sin dejar ningún beneficio puesto que los capataces, los empleados de oficina, los víveres para alimentarlos, las telas para vestirlos son todos importados. El pueblo paulatinamente privado de todo vigor cae en tutelaje.

Luego la gran republica lo califica de incapaz de gobernarse a sí mismo asumiendo el tutelaje bajo lo que llamaban de Mandato Económico. Así fue como Norteamérica se adjudicó los negocios de Santo Domingo y Haití. Increíblemente, hoy en día Haití sufre el mismo descredito, por el mismo país, justificando una intervención. ¡Que frágil es la memoria! Luego, anexaran todo lo que codicien bajo el pretexto de amortizar la deuda nacional.

Dado que no existe pacto ni derecho internacional que confiera a este oficioso procurador tales poderes, para Peralta queda claro que la fuerza constituye el derecho. Hoy existe un mecanismo de diálogo entre países llamado Naciones Unidas, donde los estados del mundo votan en contra de los bloqueos económicos o del genocidio, sin embargo, uno se impone sin necesidad de apoyo, y tiene el tupe de jactarse del orden mundial basado en reglas.

Nada de esto es nuevo, Peralta cuenta de la decisión de un tribunal internacional de sancionar a Venezuela con pagar 2 millones de Bolívares a Estados Unidos por un reclamo y los vacunadores del barrio exigieron 88 millones por la fuerza. Extrañamente similar al caso de Chevron en Ecuador. También forzaron su arbitraje en el conflicto entre Perú y Chile a la vez que vendían armas (entenderán el conflicto de intereses), militarizando ellos la zona de Tacna y Arica (frontera). “No hay pueblo de América que no haya recibido un picotazo del águila”.

El autor, que participó de la revolución liberal contra la dictadura de Veintimilla, concibe las guerras civiles como un medio de emancipación de los pueblos, a diferencia de los gringos, que, como policía del mundo se adjudican la responsabilidad de aplacarlas, a pesar de ellos mismo nacer de una guerra civil.

Quieren pueblos mansos, mudos y serviles. “Vale más una multitud artística (…) que un hato de (…) bestias viles al punto de besar y bendecir el látigo que hiere sus espaldas.” Para el, este supremo mal es la suprema defensa contra la tiranía. Qué diría Peralta de los que desde la comodidad del sofá critican los movimientos sociales porque “destruyen la ciudad” o “son muy violentos”.

Así, durante las revueltas cubanas contra España, Estados Unidos envió el barco Maine para proteger a sus ciudadanos en la isla; terminó hundido y fue esta tenebrosa voladura el pretexto de la guerra. Estados Unidos rechazó el envío de una comisión técnica para determinar responsabilidades, aprovechando para acusar al opresor ibérico, acaso “la historia sentenciara más tarde” esperaba el autor.

Tras 4 meses España firmó su rendición cediendo Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos y vendiendo otras islas a Alemania, acabando así con el Imperio Español. Un caso que nos retrotrae a la reciente explosión del gaseoducto Nordstream 2 entre Alemania y Rusia, donde tal explosión favorece a Estados Unidos, pero se acusa a los rusos de autosabotearse para hacerse de víctimas. El que las hace se las imagina.

En fin, Filipinas y Antillas cambiarían de dueño, tirano por tirano, y el sueño de Libertad cubano sería aplastado por la Enmienda Platt, impuesta a través de la ocupación militar, que entre otras cosas les prohibía hacer tratados sin aprobación de Estados Unidos, permitía su intervención militar si así lo deseaban, e impuso la base naval de Guantamo. Cuando este libro fue escrito, todavía no sucedía la revolución cubana, téngase presente sus antecedentes.

Si el autor preferido del mainstream, Harari, en su libro “Sapiens” endiosa el crédito como principal arma del desarrollo, Peralta lo desprecia. Nota que efectivamente el crédito acelera realizaciones que demorarían 100 años a obras de 5 o 10 años. Sin embargo, juzga esta sumisión incondicional al dólar como un precio demasiado alto. “El crédito no es más que el capitalismo Yanqui que se extiende a manera de red, en forma de empréstitos y empresas, (…) y devora todo entre sus mallas.”

En 1927, el intercambio entre riqueza vs soberanía se hacía ya presente en este manuscrito. Peralta va más allá pues no es solo la soberanía lo que se entrega, sino el alma de los pueblos, su cultura; el tiempo le dio la razón pues el imperialismo ha significado una uniformización cultural del mundo al modo de vida y la moral gringa.

Para Peralta toda la riqueza generada es ficticia, mientras Colombia exportaba 40 millones de dólares más de lo que importaba, los beneficios del oro, el platino, el café y el banano van a parar al primer mundo. “El yanquismo tiene la esplendidez y generosidad de los antiguos sultanes: cubrían de seda y oro, de brocados y piedras preciosas a sus cautivas, pero las privaban de toda libertad, las sometían a la torpe dominación de brutales eunucos, las enterraban al fin, en ese dorado sepulcro que llamaban su harem”.

Como teorizaría 70 años más tarde Milanovic, la posibilidad de guardar soberanía de un país depende de su tamaño, así, Estados Unidos auspició la separación de Panamá de la gran Colombia. “Panamá pensó ser libre bajó el ala protectora del águila”, al punto que firmaron una concesión a perpetuidad a los Estados unidos para construir y mantener el canal. Quebraron a la Gran Colombia para controlarla por siempre. Divide y vencerás.

El convenio Taff les dio tierras, cedió el monopolio de las vías de comunicación, el poder de conservar el orden público, se renunció a la posibilidad de imponer contribuciones a las empresas y la obligación de arrendar sus costas a navales y carboneras. Y más grave, se dio plenos poderes a militares gringos dándoles la extraterritorialidad. 100 años después, Trump amenaza invadir la frágil Panamá nuevamente.

Woodrow Wilson prometía colocar buenos hombres, dígase serviles y codiciosos, a dirigir nuestros países. Lo hicieron en Nicaragua con Adolfo Diaz, asesino y traidor de su propia madre según Peralta y en Panamá. Preveía que lo hagan en el resto de América con la misma facilidad. Hoy, Ecuador y Argentina son directamente controlados desde Washington. Crónica de una muerte anunciada.

Costa Rica se vio atrapada como objetivo estratégico para enlazar las fortalezas en Panamá y Nicaragua. Para Peralta era imposible que logren una neutralidad como Bélgica o Suiza pues Estados Unidos estaba preparando el terreno para otra guerra, y así fue, se entregaron de tal forma al Paquidermo, que hoy no tienen ejército. Más tarde llegaría la segunda guerra mundial, producto de la competencia por inversiones rentables de las potencias en el tercer mundo (artículo).

Describe varios tratos hechos en Perú, la importación de expertos, un jefe de marina gringo; y pregunta: “¿Qué le queda como resto efectivo de su proverbial riqueza? Sus minas y petróleo pertenecen al capitalismo extranjero; las industrias y el comercio en su mayor parte ya no son suyas; las rentas nacionales (…) aumentarán el capital adeudado”. Hoy, ¿ha mejorado la situación?

Con su estilo dual a lo largo del libro, duras acusaciones seguidas de pequeñas concesiones, Peralta apacigua su crítica del crédito, no es el instrumento el problema, sino la forma en que se usa. Tanto en el individuo como en las naciones ha de ser usado con sensatez. Ha de contratarse con naciones amigas en sumas estrictamente necesarias, y su uso debe ser para evitar desastres o para empresas reproductivas, impulsar producción de gran escala y apertura de fuentes seguras de riqueza. A diferencia del crédito para obras brillantes, costosas e improductivas con el fin de rodear de fausto y opulencia a los hombres de poder.

Presentamos hace un tiempo la teoría que los efectos de la inversión extranjera en la riqueza dependían de la calidad institucional del país (artículo). Peralta atribuye el éxito de tales inversiones a su proveniencia, pues Brasil, Argentina y Uruguay recibieran mayoritariamente de Europa sin que estas hayan comprometido su independencia. Si viviera hoy en día, Peralta apoyaría el mundo multipolar propuesto por los BRICS, donde Brasil se constituye como potencia regional.

Como si todo el relato fuera para llegar a este punto, el autor introduce el tema de la venta de las Galápagos. Ya varias veces el Reino Unido, Francia y Estados Unidos habían codiciado el archipiélago por su importancia estratégica, al punto que hubo un referéndum sobre su entrega y a su salida Alfaro anunciaba que pronto los galápagos serían la manzana de la discordia de las potencias marítimas.

En 1928, Estados Unidos venía nuevamente al acecho apoyada por medios oligarcas como El Comercio y El Telégrafo. Concluye: “La enajenación del archipiélago no afectaría solamente a la soberanía de Ecuador, sino a la seguridad continental: quedaríamos marcados por este acto, excluidos de la comunidad latina, aborrecidos como traidores, marcados como Caín.” Como lo está siendo actualmente Argentina.

Al ser nombradas en 1981 como patrimonio natural de la humanidad, se creía que las Galápagos perderían su importancia estratégica. Sin embargo, 100 años después de la exitosa resistencia en la que Peralta participa a través de este manuscrito, Lasso entregó la conservación de las islas a cambio de deuda, y Noboa acaba de permitir una base Naval gringa en San Cristóbal en un contexto cercano a la tercera guerra mundial. La Esclavitud de la América Latina presente.

[1] https://www.researchgate.net/publication/336122589_LA_ESCLAVITUD_DE_LA_AMERICA_LATINA_Y_OTROS_ESCRITOS_ANTIIMPERIALISTAS

[2] The Sane Society

[3] Neocolonialismo, la última etapa del Imperialismo

+ posts

Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *