La montaña rusa Latinoamericana corre junta
Si usted ha estado prestando atención, se dará cuenta que sus países vecinos sufren los mismos males que usted. Así, como entre 2006 y 2014 América Latina crecía radiante sin importar hacía donde pateaba cada gobierno, ahora estamos en el caso contrario. La lógica económica dicta que, si todos gozamos y sufrimos de un mismo ciclo de negocio, hay entonces alguna variable que nos toca a todos al mismo tiempo y de la misma forma, siendo esta el entorno externo. No se miden tiempos diferentes con la misma vara.
La interacción de cada país con el mundo supone ser única según las condiciones internas de cada uno. La explicación general a nuestra suerte compartida suele ser que todas nuestras economías son primario exportadoras, lo cual nos vuelve un continente con mayor dependencia del contexto internacional y es también uno de los grandes obstáculos a la integración, pues no tiene sentido comerciar con quien vende lo mismo que tú.
El nivel de inserción en la globalización de los países se puede medir a través de variables económicas, como la proporción del comercio internacional sobre el PIB, la proporción de multinacionales dentro del comercio local, o con observaciones del día a día que muestren la integración de la cultura global en la propia, ¿De dónde provienen las celebridades o la comida? Todo eso nos da una idea del nivel de inserción de cada país en el sistema mundo, como llama Wallerstein a las interacciones globales.
Existen dos teorías económicas sobre el tamaño de los países y la integración entre estos. La primera es de Alessina, quien nota el mismo intercambio que usted o yo al organizar una escapadilla vaga. Mientras más amigos se invite, más barato saldrá el viaje, pues se comparten gastos de hospedaje y comida, a la misma vez que mientras más personas se reúnan, más complicado será escoger el destino, y más gente quedará insatisfecha con el plan. Así, un país grande es más eficiente en producir riqueza, al precio de no poder acoplarse a los objetivos de sus diferentes grupos sociales.
Por otro lado, Milanovic explica que, la firma de acuerdos internacionales restringe la capacidad de decisión del gobierno a la misma vez que eleva el ingreso de los habitantes. La mayor inserción de un país dentro de la globalización, por lo general, significa mayor riqueza para sus habitantes, y, menos posibilidades de decisión política pues, mayor cantidad de variables se deciden a nivel global, significando así, menos soberanía.
Como ejemplo de los dos extremos del espectro usa a Corea del Norte y Bélgica. Mientras el gobierno norcoreano puede hacer lo que le dé la gana, incluyendo producir armas nucleares, porque no firmó ningún tratado, imprimir dinero libremente, pues no se lo intercambia al exterior, o prohibir ciertos productos según su voluntad, Corea del Norte permanece un país pobre. Por otro lado, Bélgica, es un país rico sin moneda propia, cuya política fiscal esta fuertemente restringida por las reglas de la unión europea. El uno es rico, el otro es soberano.
Los acuerdos internacionales no solo incrementarían tu riqueza, también la vuelven dependiente de otros países, los cuales ganan influencia sobre las políticas locales. Mientras el pensamiento de Alessina parece adecuado para entender la formación de los países hace 200 años, las teorías de Milanovic parecen adecuarse mucho más a los tiempos geopolíticos, de una sola superpotencia “vigilante” del mundo, que vivimos. Pues, ante políticas inconvenientes para ellos, los gringos no dudan en imponer sanciones comerciales que empoderan al gobierno tercermundista de turno y empobrecen a las poblaciones de tales países.
EXPLICAMOS, según Clara Mattei, la austeridad lleva al fascismo pues una población empobrecida se ve obligada a enfocarse en su supervivencia antes que en la acción política. Bajo esa lógica, empobrecer a la población mientras se da mayores posibilidades de acción a un gobierno facilitará la caída en el autoritarismo. Siendo esta una de las tantas contradicciones del imperialismo libertario, pues sus sanciones suponen ser prodemocracia, pero su efecto concreto en la realidad es el de afianzar dictaduras. Que yo sepa, el resfriado no se cura saliendo desnudo a las 3 am.
En medio oriente abundan ejemplos, en nuestra región tenemos a Cuba; sancionada hace 70 años, obligándolos a desarrollarse en autarquía y con el mismo partido en el poder. De igual forma, Venezuela podría haber soñado con que sus manifestaciones derroquen al dictador, si tan solo las sanciones no hubiesen privado de papel higiénico a la población y afianzado a Maduro. El aislar un país es condenarlo a la pobreza, la cual se traduce en autoritarismo para el control de los recursos. Las sanciones económicas castigan al pueblo y afianzan al régimen, porque justamente, sirven de aviso y amenaza al resto de pueblos. O acaso ¿el fantasma de Venezuela no aparece en cada elección de la región?
El caso actual de Rusia se presenta diferente, la teoría predica que un país grande podrá darse el lujo de preferir soberanía sobre riqueza, por la existencia de un mercado doméstico amplio. Así, todavía según Milanovic, el objetivo de Putin en esta guerra podría ser justamente que occidente levante la cortina de hierro económica, y así ganar mayor soberanía, convirtiéndose en una potencia en la esfera euroasiática, ahuyentando a su vez a su rival occidental de esta.
Durante los años de crecimiento Latinoamericano, designados por “el boom de la materia prima”, se gestó la incursión China en nuestras economías. Las tácticas fueron diferentes según la forma de gobierno del país, los socialistas de Ecuador, Venezuela, Argentina y Brasil recibieron abundantes prestamos de bancos públicos y privados chinos, superando ampliamente a la banca de desarrollo regional. Todo esto cuando justamente esos países tenían los peores ratings de crédito por las agencias gringas que se asustan del color rojo. A cambio, tales países otorgaban contratos de construcción de infraestructura a empresas chinas.
Al mismo tiempo, impulsaron el comercio con casi todos los países de la región, Chile y Perú, con los cuales no mantenían afinidad política, pasaron de tener el 5 y 6% de sus exportaciones a China en el año 2000 a tener más del 30% para 2017. A su vez, para ese mismo año, el 45% de las importaciones de Paraguay provenía de China. Sin embargo, China nunca profundizó lazos culturales más allá del Chifa, mientras, el hiperconsumismo gringo esta enraizado en nuestras sociedades, facilitando el regreso yanqui.
El panorama internacional de esos años fue a grandes rasgos el de Estados Unidos tercerizando en el país oriental, el cual necesitaba de nuestra materia prima. Ganaron el pueblo chino y latinoamericano junto a la oligarquía estadounidense. En economía siempre se requiere un perdedor para equilibrar, habiendo sido estos, los trabajadores de países desarrollados (artículo). Defraudados por sus elites tradicionales, recurrieron al populismo de Trump y los nacionalistas europeos.
Consecuentemente, el imperio en decadencia declaró una guerra comercial a la wannabe superpotencia, subiendo las apuestas del póker mundial y recuperando sus fichas Latinoamericanas. Así, desde 2019 (antes del COVID), dejaron de fluir los fondos chinos hacía el continente, y fluyó el FMI que entrego a Macri y sus amigos 45 mil millones de dólares, o un tercio del gasto público anual. Ya no a cambio de petróleo y contratos de construcción, sino de austeridad.
La pandemia cayó como anillo al dedo a los planes gringos, pues esta, junto a la guerra en Rusia, amplificaron la tendencia a una regresión en la cadena de valores, es decir un retroceso en la globalización hacía bloques comerciales. Buscando así que la configuración del mundo multipolar que se está gestando no sea la de varias potencias compitiendo por afianzar relaciones con la periferia, sino el de que haya varios bloques, cada uno con su potencia, exactamente como lo haría un oligopolio cartelizado geográficamente.
Para Latinoamérica no significa un menor nivel de globalización, sino un cambio en el balance de sus socios, al contrario de lograr una mayor soberanía, nos encontramos más bien con una mayor exposición a la superpotencia de nuestro bloque. Mientras China lentamente se “apropia” de África a través del “poder blando”, nosotros volvimos a la esfera de influencia gringa, la cual por motivos antropológicos-históricos siempre ha mostrado cierta preferencia por el “poder duro”.
Mientras Venezuela, por tener menos que perder y ser socio estratégico de otra esfera de influencia se ve sorpresivamente regaloneado por el norte (piensen en Macron lamiendo la suela de Maduro), volviéndose a encontrar con el crecimiento, el país-continente de Brasil se permite ganar soberanía sin perder mucho beneficio económico apostándole al orden multipolar y a la diversificación de socios comerciales que proponen los BRICS, apuesta que los países más pequeños todavía no se pueden permitir. Este es uno de los puntos a favor de una integración política y económica en Latinoamérica, al movernos en bloque, tendríamos mayor autonomía sobre nuestro futuro, con pérdidas económicas mucho más limitadas.
Como tal objetivo está lejos de ser una realidad, no sobró otra opción para el resto de países que plegarse a la voluntad exterior. No es coincidencia que el disque insurrecto de Boric aplique políticas neoliberales en Chile, ni que Lenin Moreno, vicepresidente de Correa se haya cambiado de bando al mismo tiempo que aceptaba los jugosos prestamos del FMI, y Richard Martínez pasaba de ser ministro de finanzas a tener un puesto en el BID. Tampoco es coincidencia que el país culturalmente más occidental de la región (Argentina) tenga el menor control sobre su moneda a la vez que es de los más ricos. El retroceso de las cadenas de valor nos convierte en el principal objetivo gringo, a la vez que reduce el interés financiero (el comercial sigue) de China en la región.
Justamente, viajando por Latinoamérica recientemente, pude notar que además de estar todos inestables, hay un tema que es recurrente en todas las bocas del continente: el narcotráfico. El cambio de esferas de influencia nos devolvió al discurso anticomunista de los 80, esta vez con otro enemigo. “La amenaza extraordinaria de la internacional comunista sustituida por la Internacional del Crimen S.A.” se puede leer en el libro Capitalismo Gore de Sayak Valencia. Consideren este artículo una introducción a nuestra reseña de este.
Bibliografia
Alessina, Alberto, “The size of nations”
Mattei, Clara, “How austerity paved the way for fascism”
Milanovic, Branko, “Nations, Conglomerates, and Empires: The Trade-off Between Income and Sovereignty”
Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.
No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.
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