EL COSTO DE LA POTENCIAL DOLARIZACIÓN ARGENTINA

Desindustrialización con estabilidad monetaria

Por conjeturas culturales e históricas, hace medio siglo que el argentino ahorra en dólares, costumbre que se agudiza en tiempos de crisis y devaluación. Sucede lo que en economía llaman de profecía autorrealizada: frente a un golpe devaluatorio e inflacionario, la gente cambia pesos por billetes verdes, reduciendo la demanda y aumentando la oferta de moneda nacional, ese apuro en cambiar los sueltitos sube el precio relativo del dólar yanqui, o sea refuerza la devaluación, siendo este el puente entre un choque y una crisis. Hace poco acusaron a Milei de ser el causante de una devaluación por el simple hecho de predecirla.

Por esta cultura que viene de desprecio a los fajos nacionales, ante el menor golpe de mala suerte o cagada del gobierno la moneda argentina se dispara en el pie. ¿Acaso creen que Perú, Colombia, Paraguay o Bolivia tienen gobiernos con mayor cautela monetaria que la democracia argentina? Estas crisis repetidas de devaluación son una característica propia de la economía albiceleste, país que por su historia ha tenido mayor contacto con las potencias y ha formado una idiosincrasia donde se acepta que lo que viene de afuera es mejor, encontrado un acuerdo colectivo fuerte alrededor del desprecio por su moneda, de la misma forma que su trago de identidad nacional es italiano y se mezcla con una bebida gringa.

En el caso presente, el detonante de la profecía es difícil de rastrear, sin duda son varios, involucrando desde los 45.000 millones de dólares que Macri pidió prestados del FMI, quién sabe para qué, hasta las 45 tasas de cambio de Alberto Fernández. Ningún país latinoamericano está a salvo de cagadas políticas, en Argentina estas convierten en verdaderas premoniciones que, de quedarse en el nivel de cagada, pudieron ser falsas. Es como no sacar una chica a bailar por pensar que te va a rechazar. El NO ya lo tienes capo.

El control de cambios solo crea un mercado negro, el control de capitales apura su salida, la regulación de la avaricia industrial crea golpes de oferta ficticios, la austeridad en el gasto público afecta la recaudación, etc. No parecen existir soluciones macroeconómicas tradicionales a la inestabilidad argentina, no parece existir manera de que la suma de los actos individuales favorezca al colectivo. Lastimosamente, en sociedades globalizadas no existe racionalidad colectiva, como si se la puede encontrar en comunidades más alejadas.

Así, llegamos a la propuesta de Milei: entregar la soberanía monetaria a Estados Unidos. Sin duda es una solución contundente a la inestabilidad monetaria producida por una racionalidad limitada, confían más en el gobierno gringo que en el propio, sin embargo, toda solución tiene su costo, esta especialmente en el largo plazo el cual analizaremos a continuación, absteniéndonos de comentar las aristas del proceso mismo.

Una vez que el país está dolarizado, deja de tener 45 tasas de cambio, queda entonces una única tasa para toda la industria argentina, la cual escapa al control de todos los actores del país, no depende de la producción argentina ni de su demanda de bienes. Dentro de las mismas teorías del libre mercado que predica Milei ciega e indoctrinadamente, un factor esencial para el crecimiento comercial es una tasa flexible que permita empujar la competitividad de la industria. Pero una vez dolarizados, la tasa de cambio de la moneda no se ajustará a los inevitables ciclos productivos de bienes como la soya, por ejemplo, ni se diga de los bienes industriales manufacturados. Haciendo que cualquier variación inesperada de la industria se sienta el doble, debilitándola lentamente.

Esta es la diferencia FUNDAMENTAL entre lo que seria la dolarización argentina y lo que fue la ecuatoriana. Argentina es un país medianamente industrializado, mientras Ecuador era país petrolero previamente a la dolarización. Como explicamos en nuestro artículo sobre recursos naturales , la tasa de cambio de la moneda ecuatoriana de por si no se ajustaba a su industria, pues siendo el petróleo, bien primario de precio internacional, la principal exportación del país, el precio de su moneda ya venía determinado por este. El dólar no afectó la política comercial más que dando seguridad cambiaria, pues tasa de por sí ya no tenían.

En efecto, si un gordito usa el pantalón al nivel de la cintura necesitará ajustar más el cinturón que si lo usa al nivel del estómago. Ese ajuste dejará salir su panza, la panza que rebasa del pantalón serán las manufacturas no competitivas que no se venden. Si el gordo afloja un poco más la levilla para ponerse el cinturón a la altura del estómago incluirá la panza dentro del pantalón, su cintura quedará menos apretada, pero todavía dentro del jean, de la misma forma que los recursos naturales nacionales tendrían que ajustar su precio al resto de la economía y no lo contrario. El cinturón en esta analogía es la tasa de cambio y las políticas generales de comercio de un país. El problema es que tanto el dólar como el petróleo deciden donde poner el cinturón.

Ecuador ya era una economía primaria antes de la dolarización, Argentina corre el riesgo de convertirse en una después de esta. Ese sería el gran costo de la estabilidad monetaria, una desindustrialización lenta y segura, el camino histórico del país cambiaría para siempre de forma irreversible. Todo esto sucede bajo la coincidencial conjetura del descubrimiento de grandes reservas de Litio en Argentina, mineral utilizado para las baterías de carros eléctricos, o sea, el petróleo del futuro. Conjetura perfecta para el extractivismo de las grandes potencias.

Ese es el costo de una estabilidad monetaria que duraría el tiempo que Estados Unidos siga teniendo el monopolio de la moneda de cambio mundial, lo cual se ve actualmente desafiado por los BRICS y oriente en general. Cualquier estudio que quiera comparar ese costo con el beneficio de la estabilidad y su duración será irreal, no le compete a nadie más que usted amigo INTERNAUTA, sopesar las opciones disponibles.

Si bien recuperar la confianza del argentino en su moneda y en su gobierno parece imposible, existen caminos alternativos, el más evidente también incluye una entrega de soberanía, pero en vez de Estados Unidos, a los propios vecinos con los que se comparte historia. Impulsar la integración con Latinoamérica era otra opción, y la moneda común con Brasil (cuyas aristas analizamos aquí) era un buen comienzo del proceso por parte de las dos potencias continentales. Sin embargo, de la mano de Milei esa opción se evapora por un mandato más, y quizás, por varias décadas.

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Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.