Este clásico de la literatura ecuatoriana logra retratar una parte de la cultura indemostrable pero extendida a lo largo de la cordillera de los Andes. El personaje principal, el Chulla Romero y Flores vive en la eterna polaridad del mestizo, su psicología se basa en su proveniencia; por un lado, su padre blanco, español, por otro, su madre, india, empleada doméstica. Estos rasgos lo llevan a encarnar la imagen cultural, que tanto enorgullece al capitalino de la mitad del mundo, el “chulla quiteño”. El mestizo que alcanza un nivel medio de éxito económico sometiéndose ante los poderosos y elevándose ante los indefensos. Como si el oprimido solo pudiera dejar su estatus convirtiéndose en opresor.
A lo largo del libro se insiste en las contradicciones de la costumbre de la gente y el catolicismo que se había convertido para ellos en símbolo de buen comportamiento, y, por tanto, ascensión social. De esta forma, el chulla termina compartiendo cama prolongadamente con una mujer casada pero separada con la cual no deseaba en un principio nada más que una noche de pasión. Ante la insistencia de la chica, su plan final para deshacerse de ella fue mostrarle la pobreza en la que vivía, aun así, ella se rehusó a abandonarlo, y hasta el final del libro no queda claro si el chulla se enamoró o simplemente no supo inventar otra forma de deshacerse de ella.
Es exquisito como el autor expresa la coloquialidad de la historia, pues el chullita se pasó la vida de estafa en estafa, aparentando lo que podía cuando la labia le alcanzaba, y recién se decide a conseguir trabajo cuando la mujer que lo atasco en sus mieles se rehúsa a abortar. Claro consiguió ese trabajo de fiscalizador a su manera, moviendo palancas y mentiras. Una vez en el puesto, se convence a si mismo de su honestidad y su lucha contra la corrupción, lo que lo hunde en la persecución de las altas esferas junto con la impotencia de tener pruebas y no poder siquiera acudir a la prensa pues, como dice el autor:
“Al establecer en su verdad la existencia de cómplices a quienes se debía sancionar, halló con asombro que la enemistad entre esa gente era de barniz en la superficie, que un interés burocrático les unía, les encadenaba”.
La evolución del personaje no es tan absurda como piensan, sino todo lo contrario, pues su convencimiento de honestidad era tan solo la proyección de su sed de venganza ante el desprecio que la burguesía sentía hacia el sin ningún tipo de timidez. Ese desprecio de la burguesía hacia los pobres mestizos se transmitía hasta lo más bajo de la pirámide en forma de desprecio de los mestizos por los indios. Desde la perspectiva de la clase media baja, el autor muestra una sociedad que replica las costumbres de la burguesía, terminando así unida por el chisme y quebrada por el mismo. De esta forma, el chulla puede aspirar a llenar sus pretensiones sociales únicamente a través de la viveza criolla. Algunos detalles invitan a reflexionar sobre nuestra sociedad hoy en día, pues en el libro se llama a los indios despectivamente con la palabra runa, lo cual significa “hombre” en quechua (segundo idioma oficial del Ecuador), hoy en día, se denomina inocentemente de runa al perro que no tiene raza.
Este libro describe con plenitud el quiebre institucional de un país que se maneja a través de favores entre personas pertenecientes a la elite, sin ninguna cuenta que rendir a nadie, pues en este mundo donde el cholo solo puede sobrevivir siguiendo órdenes, la policía también. Muestra como la esclavitud supo mantenerse ya no con la coacción sino convirtiendo al mestizo en “esbirro”, haciendo que acepte su destino planificado por la necesidad de dinero.
Los economistas institucionalistas indican como la mayor causa del subdesarrollo la llegada de los colonizadores con la subsecuente destrucción de las instituciones existentes y su remplazo por instituciones que faciliten la extracción desenfrenada de los recursos sin ningún tipo de castigo. Este libro retrata el trato social y cultural que llevo a instituciones que favorecían a blancos españoles y sus descendientes poniéndolos en posiciones de poder e impunidad, haciendo que la única posibilidad de ascenso social fuese la famosa viveza criolla, o ser un esbirro.
Finalmente, son esas instituciones corruptas las que causan la persecución de nuestro personaje por parte de la policía, y son justamente las personas que siempre despreció, sus vecinos y damas de compañía, quienes le permiten escapar, y quienes ayudan a su amante a parir el que vendría siendo su hijo. Los vecinos a pesar de saber que el chulla no era el tipo más correcto, interpretaban a la policía no como la aplicación de la ley, sino como el desprecio del ciudadano común, el verdugo del pobre. Es posible trazar el paralelo de esta historia hasta el día de hoy, pues en las carreteras ecuatorianas es pan de cada día que el carro que viene de frente haga luces para avisar que hay revisión policiaca en las próximas cuadras.
A lo largo de la historia el narrador insiste en los aspectos psicológicos del chulla, a los aspectos de su ser que el reprime, cuando el chulla se siente inseguro su sombra sale a la luz, ya sea en forma de su madre, a través de la vergüenza y el miedo al hombre blanco, o de su padre a través de las pretensiones y apariencias. El culmino de esta historia de corrupción, de sapiencia y de lujuria resulta ser el de un trailer psicológico pues el chulla encuentra finalmente la paz con un precio bien alto, al darse cuenta que la comunidad que tanto desprecia es a la que pertenece.
Al mejor estilo de los escritos del psicoanalista Carl Jung el chulla se encuentra consigo mismo al aceptar y reunir sus dos polaridades. El final de la novela es fiel al estilo fatalista que estuvo presente en todo momento y que se maneja de este lado de la cordillera. Fiel al arquetipo del sudamericano, es una historia triste que acaba con chispas de esperanza, denotando hasta el final la vida de contradicciones a la que esta sometido el ciudadano común. En efecto, al ser el chullita producto de sus padres, de su revelación psicológica se puede pronosticar que el recién nacido encontrará las mismas dificultades que el palo, sin embargo, será astilla de madera diferente. Jorge Icaza refleja la construcción individual de una figura colectiva que en última instancia es la raíz de la cultura y del estado post-esclavitud. Este libro es un relato individual del modelo de cambio de régimen de Acemoglu y Robinson que exponemos en “teorías de la revolución”.