El conejo malo desplaza a las Big Mac
Al estar disponible en todo lado y ser un producto relativamente uniforme la hamburguesa de macdonal se presenta ante el mundo como una forma de medir el nivel de precios de los países, dando así nacimiento al infamoso índice Big Mac, creado en 1986 por el, habitualmente sesgado, The Economist. Es reconocido entre la gente del gremio que esta lista de precios es un indicador bien aproximativo de la fuerza de una moneda y del poder adquisitivo de la población.
Sin embargo, muchos olvidan reconocer los matices de la industria, pues el precio depende ante todo de la demanda, es decir de las preferencias de la gente, así como de los productos substitutos. En Bolivia, directamente quebró el macdonals pues el carrito de hamburguesas de la esquina saciaba el paladar de la gente sin abusar de su bolsillo.
Como saben quienes leyeron nuestro artículo “Todos somos gringos en el mercado artesanal”, las empresas no escogen precio y calidad de la forma más eficiente para la producción, sino de la forma que mejor segmente la demanda. En ese sentido, en nuestro continente los productos importados vienen con calidad reducida para los pobres y con precios inflados para los pudientes. Por tanto, a través de las diferentes formas en que se vende un mismo artículo, se puede juzgar la estructura social de un país.
Claro está, muchos productos solo conciernen a determinados segmentos, justamente, como la Big Mac, por lo que no son indicadores fiables, sin embargo, el Conejo Malo es un INDISCUTIDO a través de las nacionalidades y clases sociales de este continente, por lo que los precios de su concierto permiten comparar con una exactitud más que aceptable los países de nuestra región. Presentamos entonces, el Índice Bad Bunny Beibe (BBB).
En el se pueden ver varias características de los países, por ejemplo, la ciudad de Medellín en Colombia tiene las entradas más baratas (16 dólares) y también las más caras (525 dólares), haciendo que lógicamente la diferencia entre las dos sea la más grande: la playa cuesta 32 veces más que el graderío. Adicional a esto, la Playa se compra en grupos de 10 personas únicamente, es decir cuesta 5250 dólares, el rico no perrea solo.
Esta diferenciación de precios nos dice lo que ya todos sabemos sobre Colombia y particularmente Medellín, es el país de Latinoamérica más parecido a Estados Unidos a nivel de manejo económico, es el que tiene las mayores fortunas y las peores pobrezas. Encontramos en el estado terrateniente de Paraguay un efecto similar, los adinerados pagan 24 veces más que quien rasco el fondo de la alcancía para ver al conejo malo. Podrás tener mucho sol, pero la playa está restringida.
Esta es una muestra a través de la economía industrial de que las inmensas fortunas solo pueden ir de la mano con pobrezas del mismo tamaño, pues no es coincidencia que los países con la entrada más cara sean los mismo que más barata la tienen. De hecho, encontramos una correlación de 84% entre la razón de precios y el precio más barato; lo cual quiere decir que los países con la entrada barata más cara suelen tener la entrada cara más barata. Cómo verán ni siempre que hay alcohol, hay sexo.
Guatemala y Chile son los dos países con mayor precio para la gente de a pie, mientras su entrada más cara está lejos siquiera de igualar a la de México o Panamá, por lo que también se puede interpretar que estos dos países al encontrar un mayor poder adquisitivo en la clase media directamente excluyeron una mayor parte de la población desprovista de recursos. Si veo a tu mama yo le pregunto por ti y le pido unos centavitos para cantar junto a Bad B.
En ese sentido, vemos que la depreciación de Argentina igualó las fortunas hacia abajo, causando que su entrada más cara sea de 112 dólares. ¡Es decir, vale menos que la más barata de Estados Unidos! Cuesta solo 2,7 veces la entrada del humilde (42 dólares), lo que hace pensar en una clase media fuerte. Sin embargo, en este caso el precio grita devaluación de la moneda, pues en realidad representa el 18% de un salario mínimo argentino, siendo este el segundo más caro en esos términos.
En Perú sucede igual pues la entrada más cara cuesta “solo” 4 veces más qué la más barata, sin embargo, la más barata ya cuesta un 20% del salario mínimo. En ese sentido, la poca diferencia entre precios es más bien una muestra del bajo poder adquisitivo de los salarios, impidiendo que el precio suba como si lo hizo en Colombia. Los datos sin interpretación pueden ser engañosos. Se hacen las santas, pero el perreo les encanta.
Por otro lado, el país con menor diferencia de precio entre segmentos después de Argentina es Costa Rica, siendo este justamente uno de los países menos desiguales del continente, con una entrada que representa el 7% del salario mínimo, es decir cara en otros países, pero relativamente accesible para ellos. Cuando ellos ven a tu mama si le preguntan por ti.
Queda claro que este índice esta sometido al error de precificación humano en cada país y los varios sesgos que puedan encontrarse, sin embargo, es una alternativa interesante y completa de comparar el nivel de precios en la región, así como la estratificación social de los países para entender este 2023 bien cabrón que se nos viene.