LA DESIGUALDAD DE OPORTUNIDADES COMO FRENO AL DESARROLLO

Los sueños se realizan según el país en que se nace

La desigualdad del ingreso no es solo un problema en sí mismo, es el principio de un problema mayor. Los aspectos micro desencadenados por la desigualdad impactan de manera significativa en el desarrollo de los países de nuestra región. En este artículo, hablaremos del alarmante impacto de la desigualdad de oportunidades que existe en nuestra región, hecho que no debe ser subestimado.

Los temas relacionados a la desigualdad han ganado relevancia tras el extensivo trabajo de Thomas Piketty. El autor ha apuntado a soluciones que ponen en jaque las tradicionales políticas de desarrollo donde se argumenta que es posible mejorar las condiciones de los pobres sin imponer cambios a las condiciones de los ricos. Su trabajo fue la chispa que desencadenó muchos estudios e impulsó muchas peleas por la revelación de los datos sobre la riqueza de las clases más altas (o de los estratos más altos, como se dice en mi querida Colombia). Se han visto debates acalorados entre defensores y no defensores de todo el mundo sobre sus propuestas.

Debido a esta publicación, se generó una movilización para conocer los niveles de desigualdad que existían en países que no fueron abordados por su libro. Por ejemplo, para la realización del estudio de desigualdad de Brasil hecho por la Universidad de Brasilia (Medeiros y Castro, 2015), tuvo que haber presión política para que se dieran a conocer los datos de ingresos y riqueza. Supongo que el motivo es que la gente más rica ya sabía que tenían MUCHA plata y que pagaban POCOS impuestos en relación con el resto de la población, nos estaban ahorrando el dolor de cabeza y la indignación – son buena onda.

Analizando estos datos a nivel mundial, por lo general, se nota menos desigualdad en el centro que en la periferia. Se plantea que esta es una de las principales causas de las diferencias sociales entre países desarrollados y subdesarrollados. Autores como el estructuralista Celso Furtado incluso apuntan que la igualdad de ingreso es un determinante del crecimiento económico. Sin embargo, es necesario mirar más allá del ingreso para comprender los impactos de la desigualdad en el crecimiento o en la estructura social de los países.

Históricamente, el ingreso per cápita es el proxy más utilizado para medir la desigualdad, no por casualidad una de las principales referencias mundiales en términos de medición de la desigualdad, el índice de Gini, lo utiliza como insumo. Otro proxy importante, y también muy utilizado en la medición, es el consumo – en términos más económicos, la paridad de poder de compra (PPP) – entre personas de distintos países. No obstante, medir la desigualdad solo por estas dos dimensiones es ignorar muchos otros aspectos de esta, particularmente respecto al contexto estructural e institucional de las economías. La verdad es que la cosa es mucho más compleja. La dificultad no es sólo escoger variables para medirla, pero sobre todo aclarar: ¿qué es la desigualdad?

El lector puede tener una interpretación totalmente distinta a la mía con relación a la desigualdad, sin duda el contexto de cada país, región y background familiar (financiero o no) importan en la construcción de mirada individual. Sin embargo, creo que vamos a ponernos de acuerdo en cuanto a huir de las dimensiones tradicionales para lidiar con los retos de la medición y comprensión del fenómeno. Por ejemplo, uno puede tener alimento suficiente para no sufrir de hambre, pero puede no tener plata para pagar por la educación y gastos hospitalarios, o vivir aislado de la sociedad. La educación puede ser mala, puede no haber saneamiento básico, o no haber instituciones capaces de mejorar el bienestar de la población. Debido a esto se les introduce el concepto de la desigualdad de oportunidad, que es una de las dimensiones, quizás, no obvias de la desigualdad. En este concepto las personas y sus deseos son los principales objetos de análisis, así como existe el concepto de PIB potencial, existe la idea de potencial del individuo. Si un individuo no alcanza su potencial, la economía, su crecimiento, y el estado de bienestar se ven comprometidos.

Según la teoría neoclásica, los individuos tienen oportunidades iguales y cualquier persona puede alcanzar lo que desea, sin importar la situación financiera de la familia, pues el mercado financiero es perfectamente competitivo – la diferencia entre los agentes son las capacidades innatas de cada persona. En el concepto de desigualdad de oportunidad, por otro lado, se plantea que la cantidad de esfuerzo para llegar al mismo lugar es distinta en diferentes países. La noción deriva de los conceptos de justicia distributiva (The currency of egalitarian justice) de Cohen (1989) y del trabajo de Roemer (1998). También cabe destacar la relevante influencia de Amartya Sen para el debate. Desde este punto de vista, no son las compensaciones las que deberían hacer a todos iguales, son las oportunidades las que deberían ser iguales para todos. Según Roemer e Trannoy (2015) se trata de un esfuerzo por reemplazar la igualdad de resultados con la igualdad de oportunidades.

Ferreira y Gignoux (2008) destacan tres factores importantes del porqué estudiar la cuestión de las oportunidades. Para los autores, la desigualdad de oportunidades desencadena las siguientes características en la economía: primero, dado que la desigualdad de oportunidades afecta el desempeño de los agentes y, por tanto, afecta el producto de la economía, esto tendría consecuencias para la redistribución y la justicia social; si le va bien a uno, esto genera efectos indirectos en los otros hasta cierto punto, esta es la razón de mejoras en el bienestar. Segundo, la desigualdad de oportunidades afecta directamente la necesidad de implementar acciones gubernamentales para corregir las discrepancias en la sociedad (ejemplos abajo); en tercer lugar, los autores argumentan que la desigualdad de oportunidades puede incluso ser un factor de mayor impacto que la desigualdad de ingresos para explicar el pobre desempeño de países más desiguales.

A ver, aquí va un buen ejemplo relacionado a la discriminación. En un estudio hecho en Chile (Montoya, Parrado, Solís y Undurraga, 2020) para analizar si había una diferencia en las aprobaciones de solicitudes de préstamos idénticas entre hombres y mujeres, se ha encontrado una disparidad de un 18% en la posibilidad de obtener un préstamo. Es decir, misma solicitud, pero con solicitantes con géneros distintos generó resultados diferentes. ¿Qué es esto? Discriminación, pero igual se puede llamar desigualdad de oportunidad. ¿Otro ejemplo? Imagina una persona que tiene un network de generaciones construido por sus papás, buena educación etc. (¡privilegios, estimados, privilegios!) en comparación con una persona que además de no tener un network, tiene que trabajar y estudiar para adquirir su grado. La probabilidad de éxito no va a jugar en favor del último… El impacto económico derivado de esto es gigantesco para toda la sociedad, de ahí viene la necesidad de la intervención gubernamental.

Enfocando en el tercer punto, en realidad, los factores que determinan las variables agregadas, como el acceso a la educación y el financiamiento, están más vinculados a la desigualdad de oportunidades que a la desigualdad de ingresos. Es decir, factores microeconómicos que inciden en las posibilidades de éxito de los agentes terminan influyendo en las variables agregadas de la economía. Si uno no tiene plata, pero las oportunidades son iguales, no hay problema pues todos van a alcanzar su potencial y contribuir para un hermoso PIB. Ahora, si la plata y la desigualdad de oportunidad actúan en la misma dirección, la economía se mueve en un “path dependence”. Significa que nadie, estadísticamente hablando, podrá superar las barreras sociales – esto es lo que pasa en Latinoamérica.

Hablando sobre LATAM, el gráfico bonito abajo no te va a agradar, claramente se nota que nosotros estamos mal respecto al tema de las oportunidades.

En este gráfico, se destacan las diferencias en materia de oportunidades para 47 países de la base de datos que se encuentra en http://www.equalchances.org. Los países latinoamericanos están ubicados en áreas donde se necesita mucho más esfuerzo para lograr las mismas oportunidades, lo que, de alguna manera, nos da un precedente para entender las disparidades estructurales entre economías del sur y del centro. Los países con mayor desigualdad de ingreso también son los países con mayor desigualdad de oportunidad.

Quizás en Alemania en la clase de los niños si uno de ellos plantea que cuando mayor va a ser presidente del país no le va a dar risa a nadie pues es algo alcanzable ya que se trata de uno de los países más iguales en términos de oportunidad en el mundo (todo es posible no importa donde haya nacido o su ingreso familiar). El enfoque metodológico utilizado por los autores emplea tres dimensiones para calcular la igualdad de oportunidades, a saber: grupos de población idénticos; una medida de oportunidad representativa, personal; y el índice de Gini. En definitiva, este enfoque demuestra que aun teniendo un ingreso per cápita igual, esto no significa necesariamente que tendremos ausencia de desigualdades y para los factores señalados anteriormente, esto implicaría mayores diferencias entre economías. ¿Te acuerdas que hablamos de la importancia de huir de la medición tradicional?

Resumiendo, los retos de medir y comprender los determinantes de la desigualdad son gigantescos. Nuestra región sufre de manera desproporcionada los efectos de esta medición precaria. La construcción y mejora de indicadores de desarrollo humano es crucial para el desarrollo de políticas, instituciones y análisis comparativos entre economías. En una charla muy interesante el profesor Daniele Checchi demostró que, al usar el índice de horas trabajadas en el Gini, terminamos generando una medida de desigualdad más precisa pero que sigue la misma dirección del índice tradicional. Es decir que hay espacio para mejorar y la individualización puede ser una solución ya que los determinantes no son los mismos en todos los países de la región. La desigualdad de oportunidades es poco utilizada por los gobiernos y ella pone en relieve la situación desigual de Latinoamérica, la igualdad y la no discriminación, sea racial o de género, son caminos necesarios para alcanzar el desarrollo que la región tanto desea.

 

Referencias

Becker, G., and N. Tomes. (1979). An equilibrium theory of the distribution of income and intergenerational mobility. Journal of Political Economy, 87(6):1153-1189.

Bercker, Gary S. and Tomes, Nigel. “Human Capital and the Rise and Fall of Families” J. Lab. Econ., July 1986, 4(3, Part 2), pp. S1-39

Cohen G. A. (1989). On the Currency of Egalitarian Justice.Ethics, 99(4), 906–944. 10.1086/29312

Ferreira, Francisco H. G., and Jérémie Gignoux. 2011. “The Measurement of Inequality of Opportunity: Theory and an Application to Latin America.” Review of Income and Wealth 57(4): 622–57.

Furtado, C. “Formação econômica do Brasil”. São Paulo, Editora Nacional, 11. Ed. 1972

Medeiros, M., Souza, P.H. and Castro, F.A.D., 2015. O topo da distribuição de renda no Brasil: primeiras estimativas com dados tributários e comparação com pesquisas domiciliares (2006-2012). Dados, 58(1), pp.7-36.

Montoya, Parrado, Solís y Undurraga, 2020. BID, https://publications.iadb.org/es/de-mal-gusto-discriminacion-de-genero-en-el-mercado-de-creditos-de-consumo

Piketty Thomas. Capital in the 21st Century , 2014 Cambridge, MAHarvard University Press

Roemer J 1996 Theories of Distributive Justice Cambridge Mass Harvard University Press Equal Change ‘The World Database on Equality of Opportunity” – http://www.equalchances.org

Roemer, J. E., & Trannoy, A. (2015). Equality of Opportunity. Handbook of Income Distribution, 217–300. doi:10.1016/b978-0-444-59428-0.00005-9

Sen, A., 1980. Equality of what? In: McMurrin, S. (Ed.), The Tanner Lectures on Human Values. University of Utah Press, Salt Lake City.

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Especializado en economía de la industria y de la innovación a través de una maestría de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Actualmente, es consultor en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL.

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