RETOS DE LA MONEDA COMÚN ARGENTO-BRAZUCA

¿Será posible esta vez?

Se anunció recientemente el proyecto de moneda común para entre Argentina y Brasil, la cual en un principio no remplazaría a las locales, sino que permitiría simplemente comerciar entre los dos países sin pasar por el riesgo cambiario, permitiendo mayor soberanía monetaria, pues liberaría en algún grado la necesidad de los bancos centrales de tener reservas en dólares.

Analistas famosos de todos lados como Olivier Blanchard (ortodoxo) y Matias Vernengo (Heterodoxo) se han precipitado en calificar el proyecto como una locura y un desastre seguro. Sin embargo, parecen haber leído únicamente el titulo pues en realidad, Argentina y Brasil ya comercian en sus monedas desde el 2008, ahora lo único es dar un nombre a la unidad monetaria que será usada exclusivamente para el comercio entre países.

Aún así, esto podría ser un primer paso para una futura integración monetaria en el continente. Por eso vale comentar sobre esta posibilidad ayudándose principalmente de la teoría que le valió el premio nobel 1999 a Mundell: zonas monetarias optimas. La adopción de una moneda común tiene sus ventajas y desventajas que dependen de los parámetros que maneja el país. Los beneficios son claros, la moneda común reduce la incertidumbre cambiaria y los costos de transacción que distorsionan el mercado. Estos beneficios ya existen con el plan actual, de moneda adicional y no de remplazo, aunque en menor grado.

Sin embargo, los costos de una moneda única también son mayores. Por ejemplo, con el euro, los europeos perdieron la posibilidad de que su tasa de cambio se ajuste según su competitividad. Por ejemplo, si el invierno estuviese duro y la producción de soya de Brasil y Argentina perdiese eficiencia, se podría compensar con una tasa de cambio que favorezca a la exportación, sin embargo, con una moneda común, si un choque productivo o de demanda afectase a uno de los países, este no podría adecuar el valor de su moneda.

En Europa ha sido un tema de conflicto entre países, pues la impresión de moneda desestima las necesidades de griegos y portugueses, siendo alemanes y franceses quienes la manejan. De hecho, en el contexto de la crisis del 2008, se hacía necesaria una política monetaria expansiva (imprimir) para relanzar el consumo, sin embargo, el trauma que dejo la inflación en los alemanes (prefieren culpar la subida de Hitler a la inflación más que a su cultura) hizo que estos, a cargo del banco central europeo, se asusten de las políticas monetarias tradicionales, optando por el quantitative easing. Como ven la unión monetaria no es únicamente un tema económico, sino de medición de poderes de los miembros.

Cerrando este pequeño paréntesis, vemos que, al no poder manipular la tasa de cambio, la economía tendría que ajustarse a cualquier golpe de otra forma. Ahí es donde falló Europa, pues esto se logra a través de la libre movilidad del trabajo, la cual a pesar de que sus leyes lo permitan, no es real pues la barrera cultural en Europa es demasiado grande. Un obrero griego difícilmente puede relocalizarse en Alemania, mientras en nuestro continente el idioma y la historia común facilitan la movilidad de los trabajadores.  Si lo venezolanos tuviesen que aprender alemán, probablemente muchos hubiesen sopesado un poco más la posibilidad de quedarse en su tierra. Convengamos que el portugués brasilero es una barrera mínima, hasta diría, menor que el español chileno (ja).

Justamente, otra de las características de los países importantes para poder compartir una moneda es tener ciclos de negocio comunes. Y en efecto, las economías de Brasil y Argentina están correlacionadas pues ambas viven del soya y el vacuno, es necesario un estudio de “matriz  insumo-producto”, pero a primera vista, difícilmente pueda haber un choque suficientemente grande en un solo de los países que obligue a la ya dicha migración de la fuerza de trabajo. Tal choque no sería externo sino probablemente relacionado a fallos políticos locales.

Adicionalmente, los beneficios son mayores entre mayor sea el nivel de comercio dentro de la zona, el problema es que si dos países comercian es porque tienen productos diferentes, lo cual quiere decir que entre más comercien, menos correlacionados estarán. De todas formas, la especialización te vuelve vulnerable con o sin moneda común, como lo muestran los ciclos de negocio latinoamericanos al seguir el precio de los recursos naturales.

Y finalmente, es necesario que las preferencias políticas de los países sean similares, para poder responder a los choques de forma coordinada. He ahí una de las grandes debilidades de la región: la política. Si bien los proyectos de integración son una ideología per se, estos no pueden realizarse a por afinidades ideológicas, menos en nuestras democracias liberales que alternan cada 4 u 8 años.

Ya se vio con la UNASUR, el proyecto de unión latinoamericana duró 4 años hasta que ganaron los partidos del otro lado y convirtieron a la inversión realizada en inversión desperdiciada. Instalar una moneda común es un proceso largo, que supera el tiempo de los políticos, por lo cual si se lo quiere realizar tendría que ser un proyecto con apoyo popular sin importar el partido en el poder.

Mi apuesta es que de aquí a unos 10 años, los sucesores de Lula y Fernández tachen el proyecto de elefante blanco y corrupto, como sucedió con el SUCRE para los países del ALBA. Esperemos me equivoque, pero difícilmente veo al continente superando sus diferencias políticas en estas épocas de polarización. Claro que, el contexto actual es de regionalización mundial de la cadena de valores, por lo que esta moneda ya tiene más posibilidades de prosperar que el sucre. Como buen economista, mi respuesta a la pregunta que nadie me hizo es: TODO DEPENDE.

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Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.