Un Análisis de la “Atención Liquida”
En la era contemporánea, el concepto de “hombre líquido” de Zygmunt Bauman se ha manifestado en diversas facetas de la vida moderna, incluyendo la solidaridad. Las redes sociales fomentan la construcción de una identidad virtual, donde la solidaridad se basa en la autoimagen y la proyección de una imagen de “buen ciudadano” más que en un compromiso real y material. La comodidad de la casa y la distancia física de la crisis permiten que, en muchos casos, las personas se involucren solo hasta donde no cause inconvenientes personales significativos.
La solidaridad líquida se manifiesta en una aparente oleada de apoyo y conciencia en las redes sociales en respuesta a eventos local y globales, crisis nacionales, conflictos bélicos o tragedias humanitarias. Sin embargo, esta solidaridad, es impulsada en gran medida por intereses egoístas, por la necesidad de pertenecer a una corriente dominante en línea, aun cuando sea efímera y carezca de un compromiso sustancial. Pareciese que las personas desean estar en consonancia con lo que está de moda en línea para sentirse parte de una comunidad y obtener validación social.
Este “impulso” puede llevar a compartir contenido relacionado con crisis, conflictos o tragedias, no necesariamente porque las personas estén profundamente comprometidas con esas causas, sino porque desean ser parte de la conversación de moda. Esta solidaridad en línea a menudo carece de un compromiso sustancial, ya que las personas pueden cambiar rápidamente su enfoque a medida que surgen nuevas tendencias. La necesidad de pertenecer a la corriente dominante a menudo subyace en la solidaridad en las redes sociales, pero puede ser superficial y egoísta en lugar de auténtica y comprometida.
La Atención Líquida es un patrón predecible de inmediatez y superficialidad. Cuando un evento o crisis global se convierte en tema de conversación, como si fuera un mero “hashtag” o “trending topic”, las redes sociales se inundan con una oleada de mensajes huecos de apoyo, protestas virtuales, y llamados a la acción carentes de sustancia. Resulta interesante que esta presunta “solidaridad” se manifieste en su mayoría en torno a asuntos relacionados con políticas públicas, casos penales de alto perfil, o conflictos teñidos por las ciencias sociales. La mayoría de quienes vierten sus opiniones en estas áreas rara vez poseen un conocimiento técnico académico especifico, pero extrañamente, parecería que sus opiniones son una verdad incuestionable, sin espacio para el diálogo crítico. No obstante, esta efusión de solidaridad suele desvanecerse rápidamente. La información relevante se diluye en una maraña de historias efímeras y acciones materiales limitadas a las 24 horas que dura la historia de Instagram.
En relación con el movimiento Black Lives Matter, el New York Times comenta que desde la muerte de George Floyd durante un período de 11 meses los llamados a la justicia racial aparentemente inundaron todos los rincones de la vida estadounidense, alcanzando una magnitud que los historiadores aseguran no haber visto desde los movimientos por los derechos civiles en la década de 1960. Gracias a las redes sociales, la conciencia sobre el racismo sistémico alcanzaba niveles insospechados.
Fue asombroso ver a multitudes de personas de todo el mundo inundando las redes sociales con imágenes en negro en señal de apoyo a Black Lives Matter y en repudio al asesinato de George Floyd. En su punto culminante, se mencionó a Black Lives Matter 8.8 millones de veces, según Zignal Labs, que monitoreó las transmisiones globales por televisión y redes sociales. Esto superó con creces las menciones de las manifestaciones en Hong Kong (1.5 millones al día) y del movimiento de los chalecos amarillos (941,000). (Amigos chilenos, no se emocionen que ustedes a esto tampoco clasifican, fueron los chalecos amarillos franceses). Fue tanta la euforia que, entre la maraña de hashtags de moda y enlaces creados durante ese tiempo, aquellos que realmente querían aportar a la causa no lograban encontrar los enlaces a donaciones o las páginas web auténticas. La solidaridad liquida se mostró como un impedimento a la verdadera solidaridad.
Una vez pasado el fervor del momento, el foco de atención se viró hacía el siguiente asunto. Este ejemplo ilustra perfectamente cómo la solidaridad efímera a menudo no se traduce en un compromiso sostenido.
La guerra en Ucrania es un ejemplo flagrante. Cuando la violencia alcanzó su punto álgido, las redes sociales estallaron con súplicas para que la comunidad internacional interviniera. Sin embargo, el continente americano, a pesar de sus palabras de apoyo y promesas de ayuda, ha sido uno de los que menos ha aportado para resolver el conflicto. Agréguenle a Estados Unidos, con su doble discurso, colocándose una vez más como el principal proveedor de asistencia tanto militar como humanitaria en esta crisis, beneficiándose por todos lados. Classic United States.
En resumen, esta atención mediática a Ucrania y las atrocidades de una guerra han sido desviadas, una vez más, hacia un nuevo-viejo-nuevo asunto, mostrando la volatilidad y la falta de compromiso real en un mundo obsesionado con las tendencias pasajeras. En definitiva, pareciera que el mundo de las redes le ha dado swipe left a Russia vs Ukraine.
Comentemos ahora del tema candente: el conflicto israelí-palestino. Esta larga y dolorosa confrontación entre israelíes y palestinos ha dejado cicatrices de sufrimiento a lo largo de décadas, mucho antes de que se convirtiera en la tendencia de moda en los medios de comunicación y redes sociales que presenciamos hoy. Es asombroso cómo esta tragedia real se ha transformado, en algunos casos, en un simple entretenimiento virtual, donde las redes sociales se inundan de mensajes vacíos de apoyo, imágenes compartidas y peticiones sin fundamento. Es como si, en medio de una noche de fiesta, alguien se tomara un breve respiro en el baño de un bar para compartir una historia “solidaria” sobre el conflicto israelí-palestino. “Israel, I stand with you #prayforIsrael”.
La violencia, la muerte y el sufrimiento humano se reducen a un insignificante clic en el botón de “me gusta,” mientras el mundo continúa su marcha, dejando atrás a aquellos que siguen sufriendo en silencio. Es particular cómo la prensa, los medios de comunicación y mucha población, por su parte, se despiertan de su letargo solo cuando las explosiones y los enfrentamientos son lo suficientemente espectaculares para atraer su atención. Esta hipocresía mediática es un reflejo impactante de la superficialidad de nuestra era, donde el compromiso real y la acción significativa son reemplazados por una efímera muestra de simpatía virtual.
La Atención Líquida desafía las nociones tradicionales de compromiso y solidaridad perdurables. La interconexión en línea puede dar lugar a manifestaciones de solidaridad efímeras que desaparecen tan rápidamente como surgen. Me atrevo a decir que es nuestra responsabilidad como sociedad o, especialmente de los posteadores compulsivos, reconocer esta dinámica y trabajar para transformar esta fugaz solidaridad en compromisos reales y llevadero.
Si eres uno de los pocos que lleva su compromiso en línea más allá de las palabras, te rindo homenaje. No obstante, debemos recordar que, aunque es vital preocuparnos por las cuestiones globales, también existen conflictos y desafíos en nuestras comunidades locales que requieren nuestra atención y apoyo, y son igual de trascendentales que aquellos que se ven en CNN.
La solidaridad en línea es valiosa, pero sólo se convierte en un cambio significativo cuando se traduce en acciones concretas y continuas. El potencial de cambio está en nuestras manos, y dependerá de nosotros llevar la solidaridad más allá de la pantalla para lograr un impacto real en el mundo.
Sharif Lapalma
Abogado con una década de experiencia en asuntos legales, de los cuales cinco años los dediqué al asesoramiento de organizaciones públicas en cuestiones jurídico institucionales, políticas internas y asuntos corporativos para garantizar la integridad de sus operaciones y salvaguardar el interés del organismo por sobre todo.
Recientemente incursioné en el sector privado como agente especializado en la prevención y mitigación de riesgo, brindando asesoría a corporate america.
Mi enfoque sigue siendo inquebrantable: velar por el cumplimiento legal, salvaguardar a las organizaciones de riesgos y forjar relaciones sólidas en diversos ámbitos. Aunque mi labor sea comprometida, no puedo evitar inyectar un toque de frescura en todo lo que hago.
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Muy interesante todo el enfoque. En tiempos donde el presente es efímero, el concepto de liquidez de Baumann cobra muchísimo sentido.
Gran artículo.