¿EL NEOLIBERALISMO ES MISMO LIBERAL?

Hoy tenemos el último texto de la serie titulada “El Espejismo Neoliberal”. En este tercer artículo vamos a mostrar algunos resultados económicos del neoliberalismo, es decir, vamos a analizar si este modelo de hecho trajo a la economía todo lo que prometió. Vamos, FINALMENTE, a acabar con el suspense y a responder a la tan esperada pregunta: ¿Es el neoliberalismo realmente tan liberal como dice? ¿Y tú, qué piensas? ¡Cuéntanos un poco en los comentarios!

Se nos dijo que las ideas neoliberales resolverían todos nuestros problemas, ya que había fundamento económico sustentado por argumentos científicos. Es decir, los recortes tributarios y del gasto social no estaban basados únicamente en el ideal liberal, sino que eran defendidos por la “burocracia del Estado, la eficiencia del mercado y el progreso económico” (KOTZ, 2015).

De esta forma, el capitalismo neoliberal debería traer resultados económicos óptimos al quitar la “mano del gobierno” y dejar únicamente a la “mano invisible del mercado” operar, es decir, en este modelo somos todos marionetas de una fuerza mayor. La teoría sostiene que una economía neoliberal es estable, inclusive en el sector financiero. Así, la intervención estatal no sería necesaria para ajustar los ciclos económicos pues la economía naturalmente se equilibra. Los agentes son racionales y, por lo tanto, aunque haya choques externos, rápidamente el capital y el trabajo se reubicarán hasta alcanzar un nuevo equilibrio.

Los resultados del capitalismo de mercado

A lo largo de los últimos años, se puede observar que la economía no creció tanto como en el período del capitalismo keynesiano. Por otro lado, los ciclos económicos se mantuvieron más estables, al menos hasta la famosa crisis de 2008. A pesar de que la economía tuvo un crecimiento constante durante el período, este no fue tan significativo. Incluso, se observaron pequeñas estagnaciones puntuales y control de la inflación. Desde una perspectiva más empresarial, la tasa de lucro se recuperó, sin embargo, por debajo de los valores observados en años anteriores y con estagnación de los salarios.

El PIB mundial creció a tasas positivas, no obstante, las tasas fueron menores que en los años dorados (1960) y casi iguales a las del período de crisis (década de 1970). La tasa de desempleo siguió la misma tendencia (menor que en la crisis, pero mayor que en los años dorados). La idea de que los recortes tributarios llevarían a más inversiones no se realizó en la práctica. El crecimiento fue mayoritariamente vía el consumo, que subió a una tasa creciente durante todo el período.

La desigualdad de ingresos creció acentuadamente en el período, más que anulando la reducción del período anterior, y esto se debe no solo a la desigualdad en los ingresos del trabajo, sino también a la discrepancia entre ganancias y salarios. La transformación del capitalismo neoliberal permitió este aumento del poder del capital sobre el trabajo. En el período 2000-2007, las ganancias crecieron más de 13 veces que los salarios (Kotz, 2015, p. 96).

La concentración de ingresos en la cima de la distribución (top 1% y 0,1%) también aumentó considerablemente en el período. Es decir, hubo crecimiento del pastel, como se prometió, pero no hubo una división homogénea. Además del hecho de que el pastel creció a tasas menores que las anteriores, las porciones más grandes se quedaron con los más ricos. Thomas Piketty advierte sobre esto en sus estudios recientes, mostrando datos alarmantes sobre la desigualdad, especialmente en términos de patrimonio. Como solución, propone una pesada tributación a los más ricos. Creo que hablaremos de esto en los próximos textos…

Lo interesante de esta historia es que, a pesar de no cumplir con lo prometido, el capitalismo neoliberal continuó (y continúa) siendo el modelo económico dominante en el mundo. Kotz (2015) argumenta que existen tres características que hicieron que el capitalismo neoliberal tuviera éxito y, al mismo tiempo, provocaran sus crisis, y son: la creciente desigualdad entre salarios y ganancias; las burbujas de activos (como la burbuja de Internet a principios de los años 2000); y el sector financiero desregulado involucrado en actividades de alto riesgo.

Estas características, especialmente la última, fueron las principales responsables del desencadenamiento de la crisis especulativa de 2008. Sin embargo, la economía aún no ha presentado – algunos podrían argumentar que en realidad hasta hoy no se ha reconocido – ningún modelo de reestructuración de acumulación que desafíe la hegemonía del neoliberalismo. En realidad, la reestructuración neoliberal se profundizó en algunos países a través de la idea de que si el neoliberalismo no llevaba la economía viento en popa, es porque aún no se habían realizado suficientes reestructuraciones. De esta forma, la economía debería ajustarse al modelo teórico neoliberal y no el modelo a la economía real, es decir, si no está funcionando es porque aún no se ha hecho todo lo que se podría hacer, aunque el costo de esto sea implementar políticas de austeridad en tiempos de crisis. Siempre habría algo más que privatizar, aún algún sector con demasiada intervención estatal y regulación. Surgió el concepto de TINA – there is no alternative (no hay alternativa) – como si el capitalismo liberal fuera la única opción económica viable.

Kotz (2015) presenta algunas razones para esto: (i) Una determinada estructura social de acumulación permanece en curso si esta promueve estabilidad y ganancias, y el neoliberalismo lo hace, aunque de forma perversa y concentrada para los más ricos. Esto lleva al punto (ii): el apoyo de las grandes empresas. Las grandes corporaciones no tienen por qué quejarse del capitalismo neoliberal ya que el mismo ofrece las ganancias que tanto anhelan; (iii) la ideología neoliberal es muy fuerte, predicando la libertad individual, la propiedad privada, el mercado libre e independiente del gobierno y la meritocracia. (iv) la caída de los partidos comunistas en Europa permitió una rápida y eficaz transición al neoliberalismo, inclusive con la apertura de los mercados en China. Solo una gran crisis estructural sería capaz de derrocar el neoliberalismo de su posición, pero parece que la crisis de 2008 no fue lo suficientemente severa para tal. ¿Cambiará este paradigma la actual crisis de la pandemia?

Vale, pero espera un poco. ¿Dónde están los datos que comprueban todo esto?

Para evaluar si el neoliberalismo es realmente tan liberal, una medida razonable a adoptar sería verificar el tamaño del Estado en relación con la economía, que puede evaluarse a través de la recaudación tributaria y del gasto público. El gasto público incluye el valor de los bienes y servicios producidos por el gobierno y los pagos por transferencias, como jubilaciones y programas sociales. Este valor creció mucho entre 1950 y 1980, incluso excluyendo los gastos militares con las guerras y, después de ese período, continuó creciendo, aunque a una tasa menor. Esto indica que el tamaño del gobierno no se redujo en el período analizado.

La idea básica del neoliberalismo es la reducción del Estado en la economía. Y, como explicamos anteriormente, el recorte en la tributación y la reducción de los gastos con el régimen de bienestar es una de las primeras medidas a ser adoptadas por los gobiernos liberales, con la justificación de mayores inversiones por parte de las empresas, menor dependencia de los trabajadores y un presupuesto equilibrado.

El gráfico a continuación muestra, en amarillo, el total de la recaudación tributaria para los países de la OCDE (Brasil no forma parte, aún) y, en azul, para los países de América Latina de 1990 a 2017, período comprendido como la era neoliberal. Es fácil notar que en ninguno de los dos hubo disminución de la tributación, excepto en el momento específico de la crisis de 2008. También es fácil notar que los países de la OCDE recaudan mucho más que los de América Latina, aunque esta diferencia está disminuyendo. Curioso observar que los países desarrollados, que se dicen más liberales, son precisamente los que tienen mayor recaudación tributaria en relación al PIB[1].

Gráfico 1: Carga tributaria y Gasto Social de América Latina y OCDE, en % del PIB

Entre 1990 y 2017, el promedio de recaudación tributaria en América Latina aumentó de manera constante, incrementándose en 7 puntos porcentuales (del 16% al 23%). Esto se debe principalmente al aumento de la actividad económica y la tributación indirecta.

En relación con el Gasto Público, el gráfico a continuación presenta los datos del gasto social total en relación con el PIB para los mismos países en el período de 2000-2018 (lamentablemente, no hay datos consolidados antes de 2000). El gasto social total incluye beneficios como jubilaciones, transferencias de renta (cash benefits) y benefits in kind, que serían los gastos en educación y salud. También se puede observar que en ninguno de los países presentados el gasto social disminuyó; de hecho, aumentó continuamente durante el período.

Gráfico 2: Gasto Social Total – media de América Latina en % del PIB

Fuente: https://observatoriosocial.cepal.org/inversion/en/indicator/social-expenditure

Es posible también observar, a través del Gráfico 3 a continuación, que los valores totales de los gastos sociales en los países de la OCDE no se redujeron de 1980 a 2019 (último dato disponible). Se observa un crecimiento de 5 puntos porcentuales entre 1980 y 2010, período comprendido como el auge del neoliberalismo y, a partir de entonces, una estabilidad en los datos.

Gráfico 3: Gasto Social Total – media países de la OCDE

Fuente: elaboración propia con datos de la OCDE, 2021

No obstante, los efectos perversos de la concentración de la renta son evidentes en el período, principalmente en América Latina, REGIÓN MÁS DESIGUAL DEL PLANETA. La concentración de renta y patrimonio del 1% más rico aumenta cada vez más y, en América Latina, llega a ser de casi 30% en algunos países (Brasil, ¡sí, sí, sí!). Esto significa que el 1% de la población concentra el 25% de toda la renta y/o patrimonio de ese país. ¿Eso parece justo?

A partir del análisis de estos datos, es posible observar que la idea de Estado mínimo no se concretizó, al menos no en los términos defendidos, mostrando que en realidad no hubo una reducción del Estado en la economía, sino una reorientación de sus objetivos. Se observa también que hubo, en contradicción, un aumento del gasto social, incluso con la constante defensa de la retirada del Estado de la economía y de que tales beneficios causarían desincentivos al mercado laboral, lo que, inevitablemente, causó un aumento en la desigualdad de renta y social.

Esto nos muestra que, a pesar del idealismo neoliberal de un Estado mínimo que deje que las fuerzas del mercado actúen libremente, estos países aún cuentan con el gobierno para intervenir y asignar sus recursos de manera más eficiente, corrigiendo eventuales fallos del mercado. Quizás el mercado no sea tan eficiente en asignar sus recursos de una manera considerada socialmente justa. Hablando de justicia social, se percibe claramente que la concentración de la renta aumentó en el período, como era de esperar.

Conclusión

Esta serie buscó explicar cómo surgió el capitalismo neoliberal y cómo funciona. Explicó la crisis del capitalismo regulado de la década de 1970 en los países centrales que también resultó en una crisis de la deuda externa y el abandono del modelo desarrollista liderado por el Estado en los países periféricos en 1980. Con esto, la ideología neoliberal ganó fuerza, prometiendo la recuperación del crecimiento, altos beneficios y estabilidad económica.

A pesar de estabilizar la economía, el neoliberalismo no trajo consigo grandes crecimientos económicos ni distribución de la renta, tampoco pleno empleo. Es decir, no cumplió lo prometido y, debido a las desregulaciones realizadas, generó la mayor crisis desde 1929. Aún así, no pierde su puesto. Sin embargo, en algunos países, la hegemonía neoliberal está perdiendo fuerza, principalmente después de la crisis derivada de la pandemia de la Covid-19. Empresas ecofriendly tienen incentivos fiscales, la tributación a los más ricos volvió a ser tema, y se están implementando nuevos programas de reducción de la pobreza y renta mínima, incluso en países en desarrollo.

Se observa, entonces, que el Estado neoliberal no significa ausencia de Estado. Solo hay una reubicación de su función, que sigue siendo presente e importante en varios sectores de la economía. Se necesita un Estado fuerte para mantener el orden y la seguridad. Se necesita un Estado fuerte para mantener la economía estable (véase el ejemplo de América Latina y sus inestabilidades políticas de los últimos años). Se necesita un Estado fuerte para mantener la confianza de los inversores, nacionales o extranjeros, para que inviertan en la economía productiva o especulativa. Lo que cambia es lo que este Estado fuerte defiende, si es la promoción de la igualdad, el bienestar de la población, el crecimiento económico y la protección ambiental, o solo la estabilidad macroeconómica y la distribución de beneficios para los más ricos.

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[1] O brasileiro comum acredita que paga muitos impostos, esses dados sem dúvida são interessantes para mostrar que a coisa não é bem assim. Contudo, num próximo artigo podemos falar da diferença nos métodos de arrecadação entre países e a injustiça que isso gera, é nesse tema que está a principal diferença entre países e não no valor absoluto do imposto. 

Referencias:

https://blogdoibre.fgv.br/posts/uma-avaliacao-do-auxilio-emergencial-parte-1

KOTZ, D. The Rise and Fall of Neoliberal Capitalism. Cambridge: Harvard University Press, 2015.

OECD (2021), Social spending (indicator). doi: 10.1787/7497563b-en (Accessed on 22 April 2021)

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Natassia Nascimento, graduada em Ciências Econômicas pela UFRJ, Mestrado em Economia pela UFF. Atualmente é Doutoranda em Economia pelo Instituto Economia da UFRJ. Tem experiência na área de Economia do Setor Público, com ênfase em Economia dos Programas de Bem-estar Social, atuando principalmente nos seguintes temas: tributação da riqueza, desigualdade, estrutura tributária, imposto sobre a riqueza e distribuição de renda.